Por Anibal Steffen
Hoy la vida quiso regalarnos un espléndido día de sol otoñal con un cielo increíblemente celeste e inmaculado.
Es un día extraño. Después de tantos temporales y tormentas; después de tantas mentiras… tanto odio… tanto resentimiento, hoy, reina el silencio. Atención: calavera no chilla… pero junta bronca.
Nos esperan nuevos temporales y resentimiento redoblado.
Si dos años atrás no supieron digerir la derrota electoral, ¿por qué ilusionarnos con la esperanza de que logren tragar esta segunda derrota?
Los próximos años serán difíciles: el mundo, dirigido por una manga de inconscientes, está al borde de la conflagración atómica. Mientras tanto, en el flanco interno, el enemigo está en casa, convive con nosotros, quiere que nos vaya mal y hace lo posible para que ello ocurra.
¿Seremos capaces de superar tantas adversidades? Ojalá.
Por lo pronto el Presidente de la República tiene prioridades claras: la educación, que tiene “un rezago importante”; la reforma de la seguridad social; los asentamientos; la apertura comercial al resto del mundo “perteneciendo a un bloque que tiene que entender que tenemos que abrirnos al mundo» y que es «demasiado proteccionista», entre otros asuntos que mencionó en su conferencia de prensa de ayer.
El norte está fijado, la coalición fortalecida, el Covid bajo control gracias a un manejo impecable que nos ganó la admiración del mundo. Hay ganas y músculo. El camino es sinuoso y está minado. Pero más vale confiar en nuestras fuerzas y en la torpeza del enemigo interno, al que no le sale ni una bien.
