¿Para cuándo la verdad sobre los derechos humanos?

Fernando Patron
Fernando Patron

Tras el reciente fallecimiento de la Sra. Luisa Cuesta -referente en la búsqueda de desaparecidos-, el expresidente frenteamplista y tupamaro José Mujica expresó: “Creo que representa a millones de madres que se han ido de este mundo sin saber el destino de sus hijos, en nuestro país y en el mundo entero. Es muy negativo, muy doloroso. A veces hay cosas que no tienen otra respuesta que la tortura para encontrar la verdad”. Consultado sobre si el Frente Amplio (FA) había fallado a Cuesta y a la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, Mujica respondió: “Siempre que no cumplimos con una expectativa fallamos porque tenemos las limitaciones que nos imponen ciertos códigos. Hay un pacto de secreto que no se puede desentrañar aunque uno lo quiera si no usamos recursos que no podemos utilizar. Yo pienso que se hizo todo lo posible y se sigue haciendo. Pero no es solo querer, es también poder. Ese es el problema. Yo no puedo creer que la información no la tengan”.

Una vez más Mujica muestra quién es y las convicciones de la fuerza política que representa. Al que muchos publicistas y comentaristas califican de auténtico y frontal, le falta valentía .¿Cuál es ese pacto de secreto? ¿Entre quiénes? ¿Bajo qué código? ¿A qué y a quién se refiere cuando afirma la tortura como procedimiento para encontrar la verdad?

Aquí la respuesta.

El pasado 27 de noviembre se cumplieron 35 años del acto político más grandioso de nuestra historia en que el pueblo, reunido bajo la consigna de “Por un Uruguay democrático sin exclusiones”, reafirmó su rechazo a la dictadura expresado en el plebiscito de 1980 cuando le había dicho que “No” a su proyecto de reforma constitucional, reiteró la voluntad de un diálogo político con las Fuerzas Armadas bajo condiciones mínimas (declaración de los partidos tradicionales del 8 de octubre anterior: clima de libertad y la eliminación de las proscripciones), enmarcado por la defensa irrenunciable de los principios liberales y democráticos de la Constitución y destinado a regular el tránsito del gobierno de facto al de derecho.

Trataré de complementar el recuerdo, analizando su trasfondo y entorno además de demostrar que meses después, el 3de agosto de 1984, el FA conducido por el Gral. Seregni y el Partido Colorado (PC) por el Dr. Sanguinetti, echaron a tierra la consigna y la proclama del acto, cuando condujeron a sus respectivos partidos a pactar con la dictadura en el Club Naval, obteniendo elecciones a su conveniencia partidaria en noviembre y autorizando tácitamente a que los responsables de violaciones a los derechos humanos no concurrieran a la Justicia.

A partir de la campaña electoral para las elecciones internas de 1982, el dirigente colorado Luis Hierro recuerda que sectores cercanos al Gral. Seregni, le plantearon “cómo Seregni veía el proceso de la elección interna y aún cuando el FA terminó votando en blanco, era notorio que Seregni tenía en la cabeza una idea parecida a la que manejaba el PC; de ir aprovechando los espacios y ampliando las oportunidades, cada uno desde su óptica ,y cada uno con su estrategia y sus cosas, pero de aquella conversación (julio-agosto 1982) tengo la impresión de que esa parte del FA, no veía mal que se generara el espacio y la dinámica. Nosotros entendíamos que esa dinámica iba a terminar por abrir la cosa como efectivamente ocurrió”. Y en 1983 empezaron las reuniones entre el FA y el Partido Colorado que eran reservadas y se fueron incrementando («Se llamaba Wilson» de Diego Achard. págs. 219 y 220).

Así, 22 de agosto, Sanguinetti trasmite a Wilson su postura en Sta. Cruz De La Sierra: “No te empeñes en embestir contra una pared. De esto hay que salir por las únicas vías de solución posibles. En Uruguay habrá elecciones a fines de 1984.Serán con partidos y ciudadanos proscriptos. No hay otra posibilidad. Tú estarás en el exterior o preso en el Uruguay y yo seré el Presidente de la República.”

Wilson no estaba de acuerdo, pues no pensaba en ningún tipo de concesión a la dictadura que entendía agotada tal como lo explicitó en su contenido la proclama del acto del Obelisco; pero Sanguinetti era afín a una salida pactada, aceptando condiciones del régimen, aún perjudicando a su rival directo con el pretexto de que se beneficiaba al país.

Inmediatamente el 1º de setiembre siguiente, Seregni -encarcelado por el régimen- emitió un mensaje llamando a lograr un gran acuerdo nacional que pusiera fin al régimen y consolidara la democracia.

El 23 de noviembre, en reunión con los tres Comandantes en Jefe, la cúpula colorada (Sanguinetti -Tarigo) les manifiesta su voluntad de llegar a un acuerdo no solos, por lo cual, si el Partido Nacional (PN) no participaba del mismo, deberían participar el FA o al menos algunos de sus sectores y las otras fuerzas políticas. (“Se llamaba Wilson”, Diego Achard, págs.207 y 217).

FA y PC, participaron en el “Obeliscazo” del 27 de noviembre cuando ya tenían la intención acuerdista y entreguista a las condiciones de la dictadura y es probable que ésta no haya prohibido el acto por esa razón.

Seregni, liberado de su prisión el 19 de marzo de 1984, llevó al FA a aportar el quórum político necesario para la validez de la negociación.

El 2 de mayo, fuera de las condiciones de diálogo mínimas exigidas en el Obelisco (sin proscripciones, ni presos políticos -uno de ellos era Wilson- y ni medios de prensa clausurados), la dictadura envió a los Partidos Políticos un borrador de prediálogo en el cual se convocaba a una negociación basada en puntos que habían sido rechazados por la población tanto en el plebiscito de 1980, como las elecciones internas de 1982 y el acto del Obelisco. El PC y el FA, los aceptaron y participaron en la negociación del Pacto del Club Naval; el PN, no. ¿Alguien en su sano juicio puede suponer que el PN traicionaría los postulados de la proclama que el pueblo efectuó en el Obelisco, concurriendo al Pacto del Club Naval aceptando condiciones de diálogo reñidas con aquellos postulados y negándolos ante los planteamientos de la dictadura? Sin embargo, los partidos pactistas, dejando a nuestro candidato Wilson preso durante las elecciones de 1984, luego de llegar al gobierno, eludieron el compromiso de impunidad y no revisionismo adquirido en el Club Naval ante la dictadura, girando cheques a una cuenta corriente (con suficientes fondos) denominada responsabilidad del Partido Nacional personificada en Wilson.

¿Cuándo adoptaremos la conducta wilsonista de aclarar estas cosas a nuestros militantes y a la gente bajo esa responsabilidad transferida por el ejemplo de Wilson que nos puso como el partido político con el mayor derecho a exigir verdad y justicia?

Corresponde entonces, emplazar a Mujica para que indique a qué pacto de secreto se refiere, las partes involucradas en el mismo y códigos limitantes a respetar, su postura frente a la tortura y al FA, para que diga la verdad (de una vez y por todas) y conteste si respalda las afirmaciones de Mujica.

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